pobreza en Chile

Cuando el Padre Hurtado fundó el Hogar de Cristo hace más de 70 años, la pobreza extrema en que vivían casi dos tercios de nuestra población estaba marcada por el hacinamiento, la insalubridad, los escasos ingresos y un bajo nivel de desarrollo; realidad que contrastaba con la vivida por los sectores más acomodados.

Hoy en tanto, la pobreza y las circunstancias en las cuales ésta se da han cambiado: un 94,7% de la población cuenta con servicios higiénicos, un 9,3% vive hacinado, y los índices de pobreza monetaria han disminuido de un 39% en 1990 a un 14,4% en la actualidad (Ministerio de Desarrollo Social, 2015).

Estos avances lograron gracias al aumento de los fondos destinados por el Gobierno a programas e instituciones que buscan el bienestar de los más pobres, ya sea por grupos de edad, género, etnia, territorio, entre otros, permitiendo que millones de chilenos mejorasen sus condiciones de vida.

 

Pero pese a los logros alcanzados, informes como los elaborados por la OCDE señalan que nuestro índice GINI no ha disminuido de acuerdo a lo esperado, por lo que Chile continúa siendo uno de los países con mayor desigualdad en este grupo de Estados.

De aquí que resulte tan importante la generación de nuevos mecanismos que permitan darnos cuenta que las necesidades y carencias de los sectores más pobres ya no sólo tienen que ver con la falta de ingresos, sino que también dependen de la satisfacción de necesidades básicas en áreas tan importantes como la educación, la salud, el trabajo y la vivienda.

 

Estas dimensiones fueron incorporados en la última Encuesta CASEN (2013), y nos mostraron un país dónde cinco millones de personas (30% de la población) son pobres de alguna forma, ya sea monetaria o multidimensionalmente; mientras que 950 mil (5,5%) viven la pobreza en todas sus formas por lo que no cuentan con los ingresos mínimos para salir de la línea de la pobreza, y tampoco pueden satisfacer sus necesidades en estos cuatro ámbitos.

Cruce pobreza monetaria y multidimensional

Esta nueva realidad, sumado al legado del Padre Hurtado de ir “adecuando nuestro quehacer a las nuevas problemáticas y necesidades de la pobreza”, nos motivó a enfocar nuestro actuar en este millón de chilenos que se encuentran con mayor daño y vulnerabilidad, entregándoles a través de nuestros programas sociales, la atención profesional y especializada que necesitan para salir de la pobreza.

 

Links relacionados:

Casen 2013, una medición de la Pobreza Moderna y Transparente para Chile

Corporación de Estudios para Latinoamérica

Comisión Económica para América Latina y el Caribe